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Re-presentación de las mujeres en el campo intelectual de principios de siglo en Argentina

Por Tania Diz

Enero 1999

   Mi propuesta es abordar, con una perspectiva de género, la literatura escrita por mujeres en Argentina, a principios de siglo(1). En este trabajo me detengo en las construcciones sociales de los roles hombre- mujer para después entrar en la escritura firmada por mujeres. En verdad, es la primer parte de mi tesis de maestría,(2) que, tal como lo tengo proyectado, continuaría con el análisis de algunas crónicas y poemas de Alfonsina Storni, y otros textos de Norah Lange y Delfina Bunge.

   LOS ESTUDIOS DE GÉNERO Y ALGUNAS CUESTIONES TEÓRICAS A TENER EN CUENTA:

   Los Estudios de Género surgen en los años '60, especialmente en Estados Unidos, una vez que los movimientos feministas empiezan a ocupar un espacio académico. La crítica feminista ha analizado los modos de pensamiento que subyacen en la cultura occidental, poniendo en evidencia los sesgos sexistas que tanto en la vida cotidiana como en la producción de conocimiento, han colocado a la mujer en una situación de inferioridad, con respecto al hombre. Desde este punto de vista, entonces, el género funcionaría como una categoría de análisis que intenta dar luz sobre las estrategias de poder, cruzándose con otras variables de análisis social como son clase social y etnia.

   ¿Qué entendemos, entonces, por género? En tanto categoría de análisis, reconstruye un imaginario que contempla la relación masculino y femenino. Esta se sostiene en un sistema de organización social al que llamamos patriarcado, entendiéndolo como un sistema político de poder que sustenta una relación de dominación en base al sexo, en este sistema el sexismo es machista estableciendo, así, jerarquías y valores sociales. Una historiadora inglesa, Jean Scott propone la siguiente definición: "el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos "; así como también "es una forma primaria de relaciones significantes de poder."(3) Y las relaciones de poder intervienen porque, como lo señala Maffía, lo génerico "afecta de modo diferente a cada uno de ellos: crea en los varones la convicción de que sus experiencias expresan la humanidad, mientras que las de las mujeres aparecen, incluso para sí mismas, como lo otro diverso, la diferencia."(4)

   El género, podemos agregar, retoma tres niveles analíticos que se interelacionan: en primer lugar, el simbólico en donde encontramos el modo en que cada cultura ha representado lo femenino y masculino. El segundo tiene que ver con la elaboración de conceptos normativos que surgen a partir de la interpretación del primero y que va a estar ligado a los mecanismos de control que limitan y/o reprimen la emergencia de otras posibilidades. Y el tercero tiene que ver con la construcción cultural de una identidad femenina o masculina que halla su fundamento en la diferencia sexual y estará atravesada por las formas de poder que rigen la sociedad.

   Las concepciones culturales de lo masculino y lo femenino, constituyen una relación dicotómica complementaria que se sostiene en un sistema simbólico que correlaciona el sexo con jerarquías sociales. Esto es lo que algunas feministas han denominado sexismo. Al decir sexismo, más específicamente, me refiero a un "mecanismo por el que se le concede privilegio a un sexo en detrimento de otro."(5) Este sistema asimétrico está directamente ligado a un cierto ordenamiento de la desigualdad social y, desde aquí, resulta ineludible pensar en los métodos de coacción que pone en juego cada universo ideológico. A su vez, el sexismo está íntimamente relacionado con el androcentrismo.

   Veamos entonces qué entendemos por androcéntrico. Etimológicamente, propone una perspectiva centralista, ya que coloca al hombre en el centro. Y no solamente nos remite al hombre en relación a la mujer, ya que no se refiere a cualquier ser humano de sexo masculino, sino a aquél que posea determinadas cualidades viriles, que en la Grecia Antigua se relacionaba su capacidad para participar del poder bélico-político. El hombre pasa a ser, en este tipo de sociedades, la medida de todas las cosas y, en consecuencia, la utilización de los resultados de sus elaboraciones, se toman como válidos para la generalidad de los individuos sin diferenciar sexo.

   Estos presupuestos sostienen un pensamiento hegemónico, cuya producción podemos considerar normativa. Son los grandes relatos, las narrativas maestras en las que se organiza un sistema patriarcal. Nuestra tarea tiene que ver con re-apropiarnos de esos textos para restaurar sus silencios, sus exclusiones. Entonces no nos vamos a preguntar qué significa la identidad nacional, sino qué formas de vida proyecta, qué conocimientos construye, y cómo, cuándo y quién los reproduce.

   HACIENDO UN POCO DE HISTORIA, LA ARGENTINA DEL CENTENARIO:

"Sólo hay un paso para quien habita"

Francoise Collin

   A principios de siglo, la Argentina se halla en pleno proceso de modernización .Esto hace a la conformación paulatina de un intelectual profesional y lo literario empieza a ser separado de lo político. Este es un dato relevante en tanto que por un lado, a lo largo del S XIX la literatura estaba sometida a las ideologías políticas y por otro lado es sobre el 1900 que se comienzan a pensar los modos de escribir una historia de la literatura argentina. Dentro de la cultura letrada, debido a la influencia de Darío, y por ende del modernismo, comienzan a bregar por la autonomía de la literatura. En consecuencia, Rojas inaugura la cátedra de Literatura Argentina en 1913 y Gálvez escribe sobre la necesidad de reconocer como profesional a aquél que se dedica a la escritura. Como ya han señalado Sarlo-Altamirano, la búsqueda de una legitimación se apoya en un horizonte ideológico que tiene que ver con el esteticismo, el nacionalismo literario y el espiritualismo. Nos interesa tener en cuenta, particularmente, el tinte nacionalista que responde al modo en que pensaron una sociedad moderna. Los letrados se aferran a estas ideas no sólo para ser respetados como tales sino también en contra de otros sectores que están invadiendo esos espacios.

   El campo intelectual se separa del círculo de la buena sociedad y cambian los mecanismos de inserción del escritor en este ámbito, incluso hay quienes sostienen que se democratizan hacia relaciones que exceden la pertenencia a las familias patricias de Buenos Aires, para abrirse a las amistades y a los contactos universitarios. Se expanden los modos de distribuir la producción a causa del desarrollo del periodismo, proliferan las revistas literarias; se pasa de los salones literarios del S XIX, hacia las conferencias o almuerzos que permitían un mayor acceso al público. Desde ya que este no es un cambio radical, sino que se está produciendo lentamente en esta época, en la que conviven ambos modos de distribución del saber. Aquellos que pertenecen al ámbito del poder hegemónico intentan sostener una élite, con algunos pequeños deslizamientos; mientras que serán los nuevos grupos en ascenso los que pondrán más énfasis en la democratización del saber. Cabe aclarar que profundizaré el primero, dado el recorte propuesto.

   El Centenario refleja una profunda crisis política en el seno de la oligarquía, y la inmigración, que comenzó a fines de siglo pasado, es una de sus razones fundamentales. La presencia de esas masas infinitas de gentes que hablan otros idiomas y tienen otras culturas viene a dar el último golpe de efecto al proyecto de la generación del '80. ¿Por qué? Porque se instalan en el centro de la civilización, porque introducen al país ideas socialistas y anarquistas, porque empiezan a cobrar fuerza los movimientos feministas. Muchos cambios se suman a esta crisis: toman fuerza algunos sectores que luchan por su espacio , los intelectuales ansían un ámbito laboral propio. La ciudad está creciendo, pero no lo suficiente como para alojar a los extranjeros, se van trastocando los espacios urbanos. Todo esto dificulta la hegemonía a la que estaban acostumbrados, en donde el acceso al saber era el privilegio de unos pocos.(6)

   La intelectualidad de este período se centraliza fundamentalmente en los integrantes de la revista Nosotros, entre los que encontramos a Gálvez, Rojas, Giusti, Bianchi, Más y Pi, por citar algunos. Podríamos decir que ellos se dicen pertenecientes a una clase privilegiada que tiene acceso a los acontecimientos sociales e históricos, especialmente europeos, que los hace sentir poseedores de un saber que los habilita para legitimar o defenestrar a uno u otro autor. Estos se hacen eco de la crisis de identidad que sufre la oligarquía gobernante y estimulan una producción orientada a dar respuesta a la incógnita de lo nacional.La preocupación del sector conservador se centraliza, entonces, en el debate por la identidad, en un intento por recuperar una tradición, una cultura y un ser argentino homogéneo ante la invasión de tantas personas, culturas y voces diferentes.

   Los intelectuales intentan responder a interrogantes tales como: ¿Qué tipo de sociedad desean y qué modelo de hombre respondería a lo que piensan como ser argentino? Una entrada posible, para nosotros, sería preguntarnos cuáles son y cómo funcionan las estrategias de exclusión de los discursos dogmáticos hacia aquellos sectores que poseen características diferentes a lo normativizado, y si aquellos sectores marginados del decir hegemónico tienen la posibilidad de acentuar la crisis. Podría hipostatizar que las producciones pertinentes van a tener una ideología ex-profesa hacia la mujer, ya que no se puede proyectar un país sin tener en cuenta los roles que hombres y mujeres deben cumplir. Entonces, nos preguntaríamos qué lugar le toca a la mujer en esta re-construcción, primero discursiva y más tarde fáctica, de la nación, y para responder a esta pregunta debemos analizar la delimitación del espacio público y privado en la base de la organización social.

   La modernización, que impera en la etapa histórica que nos ocupa, provoca una resignificación importante de los espacios considerados como públicos y privados. Estos comienzan a ser discutidos y, quizá, uno de los motivos sea la cada vez mayor participación de la mujer como sujeto activo en ambos lugares. Veamos, entonces, qué significan estos ámbitos en una nación. La modernidad exige, según Arendt(7), una organización distinta de la sociedad, lo que trae consigo la administración de lo doméstico (tradicionalmente propio de lo privado), o sea de aquellas actividades ligadas a las necesidades vitales de las personas, por ejemplo: el trabajo. Por lo tanto, la sociedad, cuya realización política está dada en la nación-estado, constituye la organización pública del propio proceso de la vida, controla y exige una cierta conducta de sus miembros, a los que va a considerar como iguales.

   " La victoria de la igualdad en el Mundo Moderno es sólo el reconocimiento legal y político del hecho de que esa sociedad ha conquistado la esfera pública, y que distinción y diferencia han pasado a ser asuntos privados del individuo."(8)

   Y, como vamos a ver más adelante, se borra aquello que se diferencia o que no obedezca a los cánones que esta impone.

   ¿Qué valor adquieren en la nación moderna lo público y lo privado?

   En un principio, ambos términos se definen por oposición. Lo público tiene que ver con el ámbito de la participación en la vida social que será ocupado por los hombres ; en cambio, lo privado está ligado a lo doméstico, y es en el que se ubica a la mujer- madre.

   Entonces, el ámbito público tiene que ver con lo que aparece ante el otro, con algo que puede ser visto y oído por todo el mundo y, a su vez, eso sería visto y oído de la misma manera por todos. Por lo tanto, la apariencia es la que constituye la realidad. Con respecto al espacio, son aquellos lugares que comparten y pertenecen igualmente a los miembros de la comunidad, ligados por un fin común, es el espacio de la vida activa y funcional en relación a los otros, es en donde se debaten los derechos sean sociales, civiles o políticos

   Lo privado, sigue estando relacionado con la satisfacción de las necesidades de subsistencia y con la vida doméstica, aún cuando, mediante el auge de lo social, este ámbito se caracteriza, especialmente, por proteger lo íntimo, o sea aquello que no puede ser expuesto en público. Un sujeto que permanece en este espacio se halla, según Arendt, privado de la realidad, ya que esta proviene de ser percibido por los otros. No tendrá, entonces, una relación objetiva con estos, ya que estaría impedido de ese hallarse relacionado y separado de ellos a través del intermediario de un mundo común de cosas. Como dice Arendt,

   " La privación de lo privado radica en la ausencia de los demás; hasta donde concierne a los otros, el hombre privado no aparece y, por lo tanto, es como si no existiera."(9)

   En resumen, podemos decir que ambas esferas evidencian que hay cosas que necesitan ser expuestas públicamente para su existencia y hay otras que exigen ser ocultadas. Me interesa esta conceptualización porque es el espacio privado el que una sociedad patriarcal le asigna a la mujer, impidiéndole su aparición en la esfera pública. Más adelante vamos a analizar esta asignación desde los discursos hegemónicos para resaltar la figura de la mujer- escritora, o sea aquella mujer que ocupa un espacio vedado.

   NOSOTROS Y SU ENCUESTA:

    "En el diálogo, el otro no es lo que se representa de él o lo que yo me represento de él sino lo que el representa en las libertad de sus figuras."

   Francoise Collin

   Y una encuesta podría pensarse como un diálogo, si nos permitiéramos ver al otro siendo libremente. En este caso, en la encuesta que propone el grupo Nosotros, fingen una amplitud de criterios que vale la pena ser revisada. Invitan a todos los lectores a responder acerca de lo culta que es o no una mujer, claro que este todos se restringe a los lectores selectos de la publicación.

   La diferencia que intento realzar es que el hecho de que intervengan muchas voces y que sea encuesta, permite la permeabilización de los modos de pensar de aquél entonces. Al contrario de lo que ocurre con los textos hegemónicos de la época tales como La Historia de la Literatura Argentina de Rojas.

   Debemos tener presente que en las primares décadas de este siglo los movimientos feministas en Argentina tienen una presencia notable que podemos dividir en dos aspectos: las mujeres ligadas al socialismo y al anarquismo incipiente luchas por derechos sociales tales como el reconocimiento del trabajo doméstico o mejoras salariales(10). Paralelamente las mujeres ligadas a la clase dominante reclaman derechos políticos, en ese entonces centralizados en el sufragio. Y otras, no necesariamente feministas, empiezan a ocupar espacios públicos, entre los que me interesa focalizar el de intelectual. De aquí que, como señala Masiello(11), se la acuse de contaminar este ámbito y corromper la familia, lo que significa una amenaza para el proyecto de una nación que se quiere moderna y civilizada.

   En la revista Nosotros, en 1913, se lanza, entonces, la siguiente pregunta: ¿Es más culta la mujer que el hombre en nuestra sociedad?

   Como dijimos anteriormente, puede ser respondida por cualquier persona, y en breves conclusiones, los directores rescatan la confrontación de opiniones que se argumentan sobre la base del sí o el no. Debemos tener presente que la mujer, en este texto, es la que pertenece a una clase social alta, con cierto poder económico y que forma parte de la respetable tradición argentina. Siguiendo la forma de análisis que propone el sondeo, voy a describir brevemente los argumentos negativos y los positivos, teniendo en cuenta que predominan estos últimos:

   Aquellos que piensan que la mujer nunca puede ser más culta que el hombre, señalan en primer lugar que lo sexual es diferencia biológicamente determinada y ésta la instaura como naturalmente inferior al hombre. En consecuencia, las actividades intelectuales son demasiado exigentes para ella, ya que "ella es indiscutiblemente menos inteligente"(12). La única razón de ser de la mujer es su función reproductora:

   "En efecto, para la mujer el eje de su vida es la maternidad, función que, al mismo tiempo que es su razón de ser, constituye la etapa definitiva de su desarrollo..."(13)

   Los que dicen afirmar lo contrario invierten las jerarquías y pasan a ubicar a la mujer como superior. ¿Mediante qué argumentos?

   "En la pareja humana la mujer representa toda superioridad. Su belleza es bien real y se prueba por la unidad y por la invisibilidad de sus órganos genitales. "(14)

Como en esta, varias respuestas significan lo superior- femenino ligado a la belleza; permaneciendo, entonces la inteligencia como cualidad masculina. Otros destacan que ella tiene el privilegio de ser educada en su hogar o en colegios particulares, y no tiene conexión con el mundo exterior.(15) En cambio, el hombre es educado en los bachilleres normales y luego debe trabajar, someterse a tensiones y responsabilidades que le impiden una mayor formación. Con lo cual recurre al mecanismo de la inversión para que siga permaneciendo en la esfera privada.

   Sin negar la superioridad femenina, varios encuestados aclaran que, sin embargo, es una educación superficial la que tiene , ya que son incapaces de profundizar sobre cualquier tema que aborden. Y prefieren dedicarse al mundo de las modas, a presentarse en sociedad con los mejores vestidos, etc. Uno de ellos dice textualmente que es "un objeto indispensable en la casa, un instrumento de placer, un juguete delicado y precioso que sirve para adornar la sala."(16) Creo que en esta afirmación podemos ver cómo se le reprocha el hecho de ocupar aquél espacio que la misma lógica masculina le ha impuesto.

   También aparecen aquellos que rescatan la preocupación de la mujer por asistir a cursos de perfeccionamiento en las tareas del hogar, que sabe desempeñar admirablemente y, en cambio, el hombre es inferior ya que no podría acceder a ese dominio. También hay quien sostiene que su poder de seducción la hace culta y si se dedicara a las tareas intelectuales, si se preocupara por aparecer en el espacio público, perdería su brillo, sería como "una flor sin perfume"(17).

   Otro saber por el que se la considera superior es porque tiene una moral intachable y por eso debe encargarse de la educación de sus hijos. Algunos responsabilizan a las mujeres de la falta de formación del hombre ya que hay mujeres que se han dedicado al magisterio en lugar de educar a sus niños. Es poseedora de un saber natural que brinda al hombre y, una vez más, es responsable de la moral, moral restringida a lo doméstico.

   Es evidente el punto de vista androcentrista que subyace en las respuestas, en donde encontramos una estructura de pensamiento dicotómica: la mujer es absolutamente diferente al hombre, se la compara jerarquizando. A su vez, en ambos casos debe cumplir cierto rol, instituido por el hombre, que es el de estar a su servicio. Sin embargo, hay un pequeño desplazamiento, ya que aparecen reiteradamente reproches hacia la mujer que no acepta ese rol, lo que supone que esta está ocupando otros lugares en la sociedad argentina.

   Si bien está claro que, en realidad, no hay diferencias entre quienes la piensan como superior o como inferior, el hecho de plantearlo así no es inocente. En las conclusiones de la revista dejan traslucir su inclinación a afirmar que la mujer es más culta que el hombre. ¿Qué importancia tiene esto en la sociedad? Creo que podemos pensar como una estrategia del patriarcado el dejarle el papel de superior. Ya que el ser superior, en una mujer no tiene las mismas implicancias que en el hombre: lo es siempre y cuando siga ocupando el espacio que le corresponde. De alguna manera sería un mecanismo de defensa frente al avance cotidiano de la mujer. Vemos entonces como la encuesta está escrita desde el punto de vista del hombre, en donde todo lo que no sea masculino, debe ocupar otro lugar, que, a su vez, se lo asigna el hombre.

   Entonces el concepto que califica a una persona como culto/a no es homogéneo, ya que la diferencia que prevalece es la del sexismo o sea la identidad sexual del sujeto. Parece sugerirse que, antes de adjetivar a una persona, hay que ver si es hombre o mujer porque esta identidad subyacente es la que re-significa la característica que se le atribuye. Así pues, un hombre culto es aquel que se forma en el plano intelectual y desarrolla una vida pública. Una mujer es culta porque posee un saber innato que es el de la maternidad y el de la seducción; aparte de ser capaz de dedicarse a las tareas domésticas y perfeccionarse en ellas.

   Hasta aquí llegamos con respecto a lo que podemos denominar como el horizonte ideológico en el que se recorta Alfonsina Storni. A continuación he abordado un ensayo del director de la revista Nosotros sobre la primer poetisa citada.

   GIUSTI Y SU ENSAYO "ALFONSINA STORNI"

   "En ese ambiente, en que la inocencia es un crimen, asiste asqueada a lo que ella acabará por ser."

   Marguerite Yourcenar (Fuegos)

   Como dijimos anteriormente, Roberto Giusti es un intelectual ligado al conservadurismo porteño y se instaura desde el punto de vista de autoridad indiscutible dentro de este espacio.

   Debido a ello me interesa abordar su escritura ya que lo considero representativo de la crítica literaria hegemónica que tiene una función social prescriptiva.

   Él ha apoyado a Alfonsina Storni y en este ensayo se propone hacer un análisis de su obra. ¿Qué ocurre cuando aparece una figura como la que ella representa en este contexto? Debemos tener en cuenta que, desde el principio, ella está muy lejos del estereotipo femenino, lo que la lleva a sufrir una doble marginación: el campo intelectual no es para mujeres, y la mujer no debe traspasar el espacio privado. Podríamos agregar una tercer marca de marginación: es hija de inmigrantes en una época que se destaca por el temor a lo alógeno. Sin embargo, es aceptada en el círculo intelectual, pero con recaudos, ya que tiene ciertas características que es necesario desplazar, pulir o negar porque podrían poner en evidencia algunas fisuras del sistema.

   Su intención original es rescatarla e incluirla como poeta desde una lógica masculina, así es como el texto deviene en un trabajo forzado por adaptar una escritura con sentidos instituyentes, o sea portadora de un significado distinto en cuanto a la relación de género. Intentaré recorrer aquellos lugares en que el sentido instituido, donde el patriarcado refuerza un sistema sexista, hace uso de mecanismos de encubrimiento sobre la escritora y otros lugares, puntualmente en las citas que elige, en donde se evidencia lo instituyente de tal manera que no pueden negarlo.

   En primer lugar me voy a detener en un aspecto lingüístico: cuando entramos en el campo de la literatura sabemos que nos vamos a encontrar con un cierto uso del lenguaje, y ese uso nunca es ingenuo. Más bien tiene que ver con una visión del mundo, que, en este caso, determina un tratamiento jerárquico en el que vemos aparecer el sexismo. El lenguaje es un mecanismo de evaluación y legitimación de ciertos elementos del sistema. ¿Cuáles son los adjetivos que se deben usar para incluir a una mujer que escribe en un sistema que la considera inferior?

   Cuando apenas hemos ingresado en el texto, Giusti se refiere a ella como una" maestrita cordial."(18) Maestrita implica dos supuestos: por un lado es una mujer que trabaja, lo cual no está demasiado bien visto; pero la necesidad, la justifica. Por otro lado, el uso del diminutivo que minimiza, junto con el adjetivo cordial que sugiere pasividad: no sólo resalta el tono paternalista del texto sino que la coloca en un plano de inferioridad del que deberá demostrar que es capaz de salir, para llegar a serun poeta.

   Desde el uso del género, y estoy hablando del género gramatical, podemos ver cómo los prejuicios del androcentrismo subyacen en el texto. Alfonsina Storni es unamujer y es unpoeta, sin que esto provoque ninguna agramaticalidad. ¿Es sólo un modismo que tiene que ver con una época? Al comienzo, cuando el autor se refiere a Alfonsina-mujer utiliza el género femenino y cuando se refiere a Alfonsina- escritora usa el masculino. A medida que avanza el análisis, y que se van diluyendo los argumentos originales, cambia el uso del género y empieza a escribir poetisa. Esto no sucede en cualquier momento, sino cuando hace referencia a cierto tinte feminista en la obra de Storni. Es así como empieza a marcar diferencias, a reflexionar acerca de las poetisas y, finalmente vuelve al género masculino, pluralizado(19). Más adelante indagaré sobre cómo estos desplazamientos tienen que ver con la resignificación diferente del os sentidos instituidos y los mecanismos de ocultación que se ponen en juego.

   Otro punto que me interesa resaltar es que el ensayista nos aclara que no le interesa describir su vida personal, ya que considera que no es un método serio para abordar la literatura. Sólo va a aportar algunos datos biográficos como fecha y lugar de nacimiento, etc., sin embargo, entre ellos, aclara:

   "La conocisteis: no era hermosa, aunque la transfiguraba el don de simpatía que de ella irradiaba. Lo sabía, y como también sabía que era lo qué más se precia en la mujer, lloraba íntimamente la ausencia del hada que había faltado en su nacimiento."(20)

   ¿No nos recuerda la encuesta? Es, entonces, la belleza un saber innato de la mujer y su ausencia parece ser la justificación de la angustia que sufre la escritora. ¿Es que ella escribe porque su fealdad le impidió casarse y cumplir con el rol que la sociedad le asigna? Es llamativo como en casi todas las referencias a Storni, y esto no es nuevo con respecto a la mujer escritora, se destaca su fealdad, mientras que su poesía no muestra este conflicto sino, en última instancia, la incomprensión de su interior, por parte del hombre en general. Retomando lo dicho al principio, y re- leyendo el artículo, salta una contradicción: no va a dedicarse a lo biográfico porque considera que no es serio y se empeña en encontrar un modo de justificar el suicidio de la poetisa. ¿Porqué le afecta tanto su decisión de morir? Parece no tener la misma repercusión el decidir sobre la propia vida en un hombre que en una mujer, y quizás tenga que ver con que el suicidio en una mujer es la apropiación más extrema del propio cuerpo.

   En tercer lugar, y si hablamos de literatura, podríamos ver como Giusti alude a lo literario: él, como intelectual, puede decidir qué es y qué no es literatura. Lo escrito por mujeres, dice él, pertenece a lo sub-literario. Lo cual parece provenir de un razonamiento lógico: si la mujer es inferior, va a producir algo que está por debajo. Esta es, ante todo mujer, lo que implica que por lógica si quiere escribir comenzará por hacer algo a lo que se llama sub-literatura y, quizás, llegue al status de la literatura. Una vez más encontramos como el sexismo es el que define, delimita los espacios, en este caso de lo que es y lo que no es literario.

   A principios de siglo los intelectuales estaban muy preocupados por encontrar una tradición propia en la que ubicarse, de aquí los debates de Lugones con respecto al Martín Fierro y la escritura de una historia por parte de Rojas. No podemos dejar de tener en cuenta que Giusti es, también, un escritor de la historia de la literatura. Pertenecer a una tradición literaria, responder a un modelo de identidad nacional, es un factor casi esencial para ser considerado escritor. ¿Por qué no representa un error el hecho de analizar a una escritora sin ubicarla dentro de una tradición en la literatura argentina? Creo que una explicación posible es que parten de la base de que escribir es territorio masculino y la mujer es una excepción en él.

   La tradición tiene que ver con reconocer y reconocerse en un pasado y desde allí, instaurarse en un presente que se desplaza hacia el futuro. Se presupone una continuidad, una descendencia. La primer ubicación que aparece es que está sola, ya que antes sólo han escrito sub-literatura. Al internarse, el crítico, en su escritura se produce un desplazamiento. El uso del género masculino la habilita para acceder a una tradición: los románticos, o sea, aquéllos que buscan asilo en la naturaleza y critican la sociedad. Aquí se produce, creo, un choque que no llega a solucionar, más bien lo desplaza para ocultarlo. ¿Por qué? Los románticos han criticado los valores de la sociedad, pero ¿ella puede hacerlo? Aquí es cuando empieza a restringir su crítica a una insatisfacción personal: no ha encontrado el amor. Los hombres han sido crueles con ella, no la han amado. Más adelante acepta que su angustia supera lo personal, y recupera como pasado la figura de Safo. ¿Por qué no recupera a las escritoras argentinas del S XIX? Cuando se le hace evidente el conflicto, lo traslada a lo universal que es un buen modo de evadir un análisis de la situación que vivía la mujer en ese momento. Y ya es una tradición que porta el género femenino. ¿Cuáles son los referentes de la literatura de mujeres? Aquella poesía, europea o americana, cuya temática es el amor, siendo que los sentimientos son un espacio feminizado. Creo relevante tener en cuenta que las mujeres muchas veces han aceptado escribir desde temáticas permitidas, como la sexualidad, para introducir mecanismos diferentes a los patriarcales.(21) Sin embargo, el crítico considera, en este contexto, a Alfonsina como un caso singular, lo que la despoja de pasado (y de futuro) con respecto al modo en que piensa al hombre.

   Sin perder de vista los aspectos señalados, vamos a entrar en la crítica que Giusti realiza de la poesía de Storni. Este se detiene en algunos poemas a los que va evaluando, para recorrer toda la obra. Podríamos decir que hace un recorrido temático, y que se detiene en aquellos que están dedicados al hombre. En principio acuerdo en el tono confesional que señala, creo que Alfonsina expone su subjetividad, pero Giusti lo restringe a su experiencia de vida. Yo creo que, en verdad, es una crítica aguda a la discriminación que sufren las mujeres a principios de siglo. Cuando bien dice que ella ama y odia al hombre, no creo que se refiera a un hombre, sino a los hombres, que no le permiten ser en la esfera pública.

   Y la voz instituyente empieza a aparecer en el artículo cuando se dedica a Ocre, pero matizada. Se centra en el desencanto que sufre la mujer frente al hombre frívolo, pero, en ningún momento reflexiona sobre el contexto social que ello impone, a pesar de que cita versos tales como: "Ábreme la jaula que quiero escapar"(22) no puede pensar que la mujer puede querer liberarse para otra cosa que no es, únicamente, encontrar el amor. Creo que vale la pena citar el siguiente párrafo, porque en él, el roce entre los dos modos de pensar surge por sí mismo:

   ¿Qué busca el hombre en las mujeres? No el espíritu. Un poco de fiesta; cuando más, una ordenada compañera. Su corazón no es el de la mujer superior, que elevándolo, le entregó el suyo, sino de la primera que pase.

   Ahora vamos viendo qu&eacirtual360

Valentín Pérez Venzalá (Editor). NIF: 51927088B. Avda. Pablo Neruda, 130 - info[arrobita]minobitia.com - Tél. 620 76 52 60