Compártelo
Breve historia de la literatura gótica
Por José González Aguilar
Mayo 2006
PRIMER PERIODO: EL NACIMIENTO DE UN NUEVO GéNERO.
En su primer período, la literatura gótica surge para saciar las inquietudes de las almas más disconformes con el orden regente, buscan poder experimentar sensaciones prohibidas y escapar de la rutina diaria. Pronto una parte significativa de la sociedad asimila este nuevo género y lo utiliza como válvula de escape.
La palabra gótico en sus orígenes se utilizaba para designar la barbarie germánica (godos), lo medieval, el desorden y el caos, generalmente con connotaciones negativas. Sin embargo conforme avanza la segunda mitad del siglo XVIII algo empieza a cambiar en la sociedad, surge el gusto por la arquitectura medieval, por lo numinoso, por las sombras. En la literatura se atisba una senda oculta entre la maleza, una senda alternativa, que se aparta del camino de la luz. La primera alma en recorrer dicha senda fue la de un inglés avispado que tuvo el honor de ser el fundador del género.
En pleno siglo de las luces surge en Inglaterra la figura de Horace Walpole (1717-1797) y su
Castillo de Otranto (1764), considerada por muchos como la primera novela gótica. Publicada inicialmente como una traducción de un tal William Marshall a partir de un manuscrito italiano, supuestamente escrito por Onuphrio Muralto, tuvo una buena acogida entre los lectores de la época, lo cual ayudó a Walpole a reconocer su autoría.
La novela nos cuenta la historia de un principado y su usurpador, Manfredo, el cual intentará que no se cumpla una terrible profecía que vaticina el fin de su descendencia y la pérdida de su castillo. Toda la trama se desarrolla con el castillo y un monasterio próximo como telón de fondo.
Pese a ser inocente, ingenua y carecer de fuerza alguna, no cabe duda de que nos encontramos ante la primera obra con elementos claramente góticos: el castillo, la inocente princesa, monjes, sucesos sobrenaturales...
Walpole dio un nuevo rumbo al movimiento literario de la época, y su novela fue un auténtico punto de ruptura, ya que a partir de su publicación fueron muchos los que decidieron indagar en éste nuevo genero. Empezaron a aparecer diversas obras de carácter gótico; novelas, relatos publicados en revistas de la época como
The Lady’s Magazine. Conforme avanzaba el siglo XVIII el número de obras aumentaba:
Sir Bertram (1773) de Mrs. Aikin,
The Old English Baron (1777) de Clara Revee,
The Recess (1785) de Sophia Lee...
Pese a la gran cantidad de autores que intentaban imitar el estilo de Walpole, la siguiente gran creación del género se caracteriza por estar desmarcada de los clásicos escenarios góticos. En 1786 se publica una obra que mostraba devoción por lo oriental,
La historia del califa Vathek de William Beckford (1760-1844). En 1909 Lewis Melville descubrió la segunda parte,
Los episodios de vathek, mientras recogía material para su
Life and letters of William Beckford. Se publicó en 1912. Y En 1937 Clark Ashton Smith (uno de los más brillantes escritores del círculo de Lovecraft) finalizó la
Historia de la princesa Zulkaïs y el príncipe Kalilah, que su autor había dejado inacabada. Beckford escribió otro episodio, que debía ser el cuarto,
Historia de Matassem que destruyó por considerarlo demasiado pornográfico. La creación de Beckford, escrita en forma de breves relatos narrados por sus personajes, nos cuenta las diferentes desdichas de sus protagonistas. Pese a ser independientes, todas las historias aparecidas en esta obra tienen algo en común, algo estremecedor que nos acecha sin descanso durante toda la lectura, algo que acompaña siempre a sus protagonistas, el abismo. Si analizamos toda la obra en su cómputo global, veremos que la influencia de
Las Mil y una noches se hace patente durante todo su desarrollo, así como la existencia de sucesos sobrenaturales y personajes típicamente góticos, atormentados e inducidos por el mal hasta su perdición eterna.
SEGUNDO PERíODO: LA MADUREZ DEL GéNERO.
El periodo gótico alcanza su plena madurez en la década de los noventa en forma de grandes novelas. Estas obras colosales sirven para retratar perfectamente el género.
A su vez la influencia de las novelas góticas se hace notar en muchas partes del continente.
Con la aparición de novelas como
Los castillos de Athlyn, Dunbayne (1789),
Un romance siciliano (1790),
Romance de la selva (1791), todas ellas escritas por la misma autora, entramos en la década de los 90, período dorado para la literatura gótica y en el que se da a conocer la reina del género, Ann Radcliffe (1764-1823), artífice de una de las cumbres,
Los misterios de Udolfo (1794).
Situada entre Francia e Italia, la novela de Radcliffe nos narra la historia de Emily, que tras perder a sus padres por una repentina enfermedad se ve obligada a irse a vivir con su tía, madame Cheron y el malvado signor Montoni. Esto implicará la separación de Emily de su amado Valancourt, ya que tendrá que dejar su Francia natal e ir a vivir al siniestro castillo de Udolfo, situado en los Apeninos italianos, donde nuestra protagonista vivirá diversos sucesos escabrosos.
Con la llegada de Radcliffe la novela gótica gana en calidad, pues su autora sabe recoger todo lo cultivado hasta el momento y volverlo a crear con mano mucho más diestra que las de sus predecesores. El don narrativo de Radcliffe es innegable. Sin embargo el Terror de Radcliffe es siempre delicado y estético. Los sucesos sobrenaturales siempre tienen una explicación racional.
La aparición de Radcliffe es clave para la novela gótica, pues no sólo aportó su grandes obras, sino que influyó de manera decisiva en la aparición de la siguiente cumbre gótica.
En Mayo de 1794 un joven de tan sólo 19 años, que se acababa de graduar brillantemente en Oxford, leyó con entusiasmo
Los Misterios de Udolfo (según sus propias palabras, le pareció uno de los libros mas interesantes jamás publicados) mientras realizaba un viaje, este joven se llamaba Matthew Gregory Lewis (1773-1818). El 23 de Septiembre escribía a su madre: “¿Qué te parece que haya escrito en sólo diez semanas una novela de entre 300 y 400 páginas en octavo? Nunca he escrito nada la mitad de bueno. Se llamará
El Monje, y me gusta tanto que si los editores no la compran, yo mismo la publicaré.” Sin duda
El Monje, publicada finalmente en marzo de 1796, daría un nuevo impulso a la novela gótica.
Formada por varias historias que van cruzándose entre si, la obra de Lewis tiene como eje central las desdichas del monje Ambrosio, cuya debilidad por lo pecaminoso le hará caer en las redes del mismísimo diablo. La obra que se sitúa en Madrid, no tiene sólo historias ficticias creadas por su autor, sino que también cuenta con aportaciones del folklore, como el inolvidable capítulo de la Monja ensangrentada.
Con raíces mucho más negras que las de su colega Radcliffe, Lewis hace uso de lo macabro y lo sobrenatural sin explicaciones racionales, recurre a ello de manera descarada y con suma naturalidad. La facilidad del autor para invocar escenas grotescas y escabrosas es algo inaudito en toda la literatura hasta el momento. Con Lewis nace el verdadero Horror.
La aparición de Radcliffe y Lewis provoca dos maneras de entender la literatura gótica. Radcliffe apuesta por un terror contenido, insinuado, sublime y siempre valorando por encima de todo la plasticidad de sus visiones. Lewis en cambio busca la esencia del horror, su objetivo es provocar pavor al lector y no escatima en medios para lograrlo. Es importante remarcar que se haya utilizado la palabra “terror” para hablar de Radcliffe y “horror” para mencionar a Lewis. En 1826 se publica un ensayo escrito por Radcliffe en el que trataba las diferencias entre Terror y Horror:
El terror y el horror son tan opuestos entre sí que el primero expande el alma y despierta las facultades dormidas hacia las esferas más altas de la existencia; el otro, la contrae, la congela y la aniquila por completo. Ni Shakespeare ni Milton en sus ficciones ni el señor [Edmind] Burke en sus ensayos han considerado el horror como origen de lo sublime, mientras que todos coinciden en señalar al terror como su verdadera fuente.
El terror de Radcliffe es observado, contemplado e incluso admirado, mientras que el horror de Lewis es vivido, sufrido.
En 1797 Radcliffe publica
El Italiano o el confesionario de los penitentes negros, una obra que sigue la línea de Los Misterios de Udolfo en la manera de tratar el terror.
De nuevo la autora sitúa la obra en Italia. Sus protagonistas, en este caso Ellena y Vivaldi, sufrirán los infortunios provocados por la marquesa Di Vivaldi, madre de Vivaldi, y su malvado consejero el monje Schedoni. Nuestros protagonistas tendrán que sufrir el acoso de la mismísima Santa Inquisición y sortear muchos otros infortunios para conseguir su ansiado objetivo.
En este caso Radcliffe, siguiendo el ejemplo de su colega Lewis, decide dar un siniestro protagonismo a la iglesia en la trama de su obra. Prueba de ello es la creación del monje Schedoni como fuente de toda maldad y personaje de oscuro corazón.
Cabe destacar la aportación de Lewis a la literatura gótica perfilando a la iglesia como fuente de maldad y a un monje como su brazo ejecutor.
TERCER PERíODO: LA EVOLUCIÓN DEL GéNERO.
Las clásicas novelas góticas dejan paso a un gótico influenciado por distintas corrientes emergentes. Sin duda, una de las más influyentes será el romanticismo.
Las últimas cumbres del periodo gótico se hicieron esperar, después del gran éxito que tuvo en la década de los noventa el género decae y nos tendremos que esperar a los tres últimos años del periodo para que hagan su aparición.
La primera de las obras aparecidas en este último periodo surgió una noche tormentosa de 1816 en que Mary WollstoneCraft Shelley (1797-1851) asistió con el que poco después sería su marido, Percy Bysshe Shelley, a un reunión en la que se encontraba Lord Byron y John William Polidori (El médico de Byron). En dicha reunión leyeron historias de fantasmas, discutieron sobre el galvanismo, los experimentos del doctor Erasmus Darwin y la posibilidad de descubrir el principio vital y conferirlo a la materia interte. Finalmente Lord Byron propuso que cada uno de lo presentes escribiera una historia de terror, la apuesta fue aceptada.
Esa reunión a orillas del lago Leman sería la responsable de la creación de
Frankenstein o el moderno prometeo de Mary W. Shelley. Publicada en 1818 por su marido Percy B. Shelley y con el anonimato de su autora, fue acogida con aprecio por la masa popular y con cierto recelo por el sector culto. Recelo que fue en aumento al descubrir que el autor era una mujer y que además tan sólo contaba con 18 años cuando concibió su obra.
Frankenstein trata sobre cómo un joven estudiante de medicina, Victor Frankenstein, descubre el secreto de la vida. A partir de restos de cadáveres consigue dar forma a una criatura con apariencia humana, una criatura de proporciones monstruosas y de horrible expresión, pero que posee su propia alma. Victor horrorizado por el ser que acaba de crear decide rechazarlo, la criatura viéndose abandonado por su creador y maltratado por el resto de la sociedad, debido a su tosco aspecto, intentará obtener respuestas del porqué de su existencia.
Sin duda una obra que contiene imágenes sobrecogedoras y angustiantes, en sus páginas encontraremos la desesperación, la venganza y la perdición del alma humana.
La obra de Shelley además de ser una magnífica creación de las sombras posee una madurez intelectual más que notable. En sus páginas se cuestiona al hombre como creador, se intentan atisbar los límites morales de la ciencia (plantea cuestiones que más tarde el género de la ciencia ficción rescatará), se pone en tela de juicio la conducta humana...
Intentar diseccionar Frankestein sería demasiado tedioso para un ensayo tan modesto como este, pero importante es remarcar que Shelley no sólo escribió una de las cimas de la literatura gótica, sino que creó una cumbre de la literatura universal.
Pero
Frankenstein no fue la única creación que se gestó a orillas del lago Leman, Jhon William Polidori(1795-1821), médico y secretario personal de Byron, creó un relato llamado
El Vampiro publicado en 1819.
Su protagonista, un joven caballero de apellido Aubrey, encuentra en lord Ruthven una extraña figura que aparece en todas las fiestas pero al que nadie parece conocer realmente. El destino decide que ambos sean compañeros de viaje por diversas regiones del continente. Sin duda alguna Aubrey tendrá la oportunidad de conocer mucho mejor a su compañero Lord Ruthven y así saber apreciar su particular dieta a base de glóbulos rojos.
Pese a ser algo ingenuo en sus formas, el relato de Polidori está bien desarrollado, acompaña al lector por pasajes escalofriantes y sus argumentos no decaen en ningún momento. Sin duda
El Vampiro de Polidori influirá de manera decisiva en Drácula de Stoker y dejará establecidas las bases del vampiro moderno.
Y llegamos al año 1920, año en que aparece una obra monumental como cierre del período gótico, año en el que se publica
Melmoth el Errabundo del clérigo Irlandés Charles Robert Maturin.
La novela de Maturin trata sobre como su personaje, Melmoth, tras sellar un pacto con el diablo recibirá una vida inmortal, una vida en la desgracia y la desdicha, una vida de tormentos, una vida en la que su cuerpo vagará sin alma, sin rumbo. Su condición no cambiará hasta que encuentre a alguien que quiera aceptar dicho trato y así poder cederle su maldición. Melmoth en su agonía visitará lugares tan lúgubres como cárceles, manicomios, los tribunales de la inquisición...
La novela de Maturin cuenta con una estructura a base de historias dentro de otras historias, lo cual le hace adquirir un aura onírica en ciertos momentos y a su vez hace que resulte algo difícil de seguir el argumento de algunos de sus episodios. Pese a ello la obra de Maturin nos suministra grandes dosis de sucesos escabrosos y sobrenaturales, nos conduce a las regiones más recónditas del alma humana, donde el bien y el mal se funden, y nos otorgará el gran honor de ser testigos sensoriales de una desdicha sin igual, de un viaje sin retorno hasta las mismas puertas del infierno.
Minotauro Digital le propone "Cuentos góticos" de Mary Shelley.
Leer más >>