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Per el afortunado, de Henrik Pontoppidan

Marzo 2009

Título: Per el afortunado
Autor: Henrik Pontoppidan
Traducción: María Pilar Lorenzo
Edita: Ediciones de la Torre
Colección: Biblioteca Nórdica
Año de Publicación: 2008
Páginas: 702
Precio: 25 Euros [Comprar >>]

Henrik Pontoppidan, premio Nóbel de literatura en 1917, es un autor danés que, como muchos otros, es poco conocido en nuestro país. La “Biblioteca nórdica” de Ediciones de la Torre nos ofrece ahora este Per el afortunado, una de sus principales novelas, en una cuidada traducción de María Pilar Lorenzo, y acompañada de ilustraciones en color de las cubiertas originales de principio de siglo. Ahora que hay un interés creciente por autores nórdicos -aunque autores de distinta naturaleza que Pontoppidan- cobra quizá más relieve esta colección que mucho antes de surgir esta tendencia, nos ha venido ofreciendo interesantes autores del norte de Europa, cuyas obras, como esta que reseñamos, en muchos casos no contaban con traducción castellana.

«Y entonces empezó a invadirle una sensación vertiginosa de ser algo especial, una criatura excepcional que ya de niño, por una feliz casualidad, había roto las cadenas que todavía atenazaban hasta a los espíritus más libres de su época»

Per el afortunado es una obra extensa que se publicó en 8 libros originalmente entre 1898 y 1904, y que después se redujo a un solo volumen, volumen aún así de 700 páginas en esta edición castellana. Per el afortunado puede entenderse como una novela de aprendizaje, en la que acompañamos al personaje, a lo largo de su vida, que podría dividirse en tres etapas muy distintas y diferentemente tratadas Sin duda la primera es la que más atención merece y más páginas ocupa. Tal vez las otras dos etapas eran más extensas en la obra original y puede que por ello nos resulte que quedan más desdibujadas y menos claras o quizá es que el interés de Pontoppidan era centrarse especialmente en la juventud de Per y no, desde luego, en su madurez a la que en cierta medida ni siquiera asistimos. Por ejemplo no está del todo definida la transición de un Per embriagado con el sentimiento del superhombre -que el describe varias veces a lo largo de la obra con su máxima “porque yo lo quiero”- hacia una etapa de regreso al campo y a un espíritu religioso o al menos búsqueda de la fe que nunca ha tenido, y que finalmente tampoco le satisface plenamente y le lleva a una última etapa quizá confusa o al menos ambigua, en las últimas páginas de la novela. Evidentemente la muerte de su madre supone un hiato en su vida y separa realmente la novela en dos partes bien diferentes, si bien, como digo, en su vida podemos hablar de tres etapas, pues en esta segunda parte de la novela, encontramos a dos Per muy distintos, aunque el último sea únicamente dibujado en las últimas páginas del libro y deje el autor al lector imaginar realmente al Per de esos años, sin duda muy distinto del joven que ocupa la mayor parte de la novela, un joven arrogante, dispuesto a comerse el mundo, capaz de traicionar también los sentimientos puestos en él, y sin duda egocéntrico y a menudo mezquino.

Per el afortunadoo es un título que recuerda al mundo de los cuentos de su compatriota Hans Christian Andersen, y de hecho a menudo Per se refiere a sí mismo como personaje de un cuento, por ejemplo se identifica con el porquerizo que se casa con la princesa pero añora su terruño (aunque esta parte tal vez no suceda en el cuento original sino solo en la imaginación de Per). Una Dinamarca de cuento aparece también a menudo en la novela como contraste con la Dinamarca moderna en la que Per cree y quiere contribuir a construir. El término “afortunado” hace referencia sin duda a la “suerte” que parece sonreír a Per y hace que muchas personas pongan en él diferentes esperanzas y le ayuden en su camino de una forma u otra, pero también “fortuna” puede entenderse como destino, destino que Per quiere construirse escapando de sus orígenes y que finalmente no será tal vez el inicialmente esperado.

“La idea de no ser hijo de sus padres lo persiguió durante toda la adolescencia, convirtiéndose al final en una obsesión”. (p. 57) “Y entonces empezó a invadirle una sensación vertiginosa de ser algo especial, una criatura excepcional que ya de niño, por una feliz casualidad, había roto las cadenas que todavía atenazaban hasta a los espíritus más libres de su época” (p. 91) “Sólo necesitaba querer algo de verdad, desear sin consideración alguna y si reparos –y suyos serían la gloria y el esplendor del mundo-.” “Así que al final resultaba ser realmente hijo de rey. La corona de soberano ceñía sus sienes. Y alguien la había visto brillar y había leído las mágicas palabras inscritas en ella: ¡llegué, vi, vencí!”.

Los lectores españoles quizá estamos acostumbrados a encontrar en las obras del siglo XIX el conflicto entre la fe religiosa (o su apariencia social) y el deseo amoroso que tantas obras maestras de la literatura nos ha dado, por eso es interesante ver cómo en el mundo protestante, donde la fe religiosa no está reñida con el amor y el matrimonio, el conflicto puede ser otro, y así Peter Andreas rechaza su origen, se hace llamar Per y pretende renegar de su familia, profundamente religiosa, gobernada por su padre, el pastor Johanes Sidenius. Per se presenta así como un Caín , como un miembro marcado con el estigma de esa estirpe de Sidenius que debe arrastrar esa inoculación de la fe religiosa durante toda su vida. Se debate contra ella pero en el fondo es más fuerte que él, e incluso en los momentos en los que se siente más liberado, su educación pesa de alguna forma sobre él.

“No había otro infierno que el que los hombres mismos se forjaban con su pánico al placer de la vida y al poderío absoluto de la carne” (p. 129), piensa Per en un momento de la obra.

La novela refleja pues el conflicto de este personaje entre sus deseos de comerse el mundo, y de transformar la sociedad danesa, y sus orígenes, de los que en un principio reniega. Ese conflicto le persigue hasta el final de la obra, donde la decisión final de Per, no acaba de entenderse si es una victoria del uno o del otro, o quizá todo lo contrario, porque pasamos del sentimiento del superhombre a una ataraxia final en la que parece querer dejar pasar la vida.

El elemento autobiográfico es evidente en la novela, pues Pontoppidan, como Per, es hijo de un pastor luterano, y también como él estudió ingeniería aunque la abandonase para dedicarse a la literatura.

La obra tiene también interés por describirnos a la sociedad danesa de ese inicio de siglo y refleja los problemas y las angustias sociales y personales del paso a la modernidad. El mundo de los obreros hacinados y en ínfimas condiciones en las ciudades modernas, el problema del abandono familiar en el que los hijos de los obreros se encuentran, el poder de la prensa, el desprecio a los judíos a pesar (o quizá precisamente por ello) de su éxito comercial y su riqueza, etc. son temas tratados en la obra que refleja así la sociedad danesa y europea de principios del siglo XX.

Quizá otro personaje clave en la obra y que ejerce el contrapunto femenino a Per, es Jakobe quien también sufre por su origen religioso, pues está marcada también con otro estigma, el estigma judio que a menudo ella sufre en sus propias carnes. Y a su vez, Jakobe, como Per, se siente profundamente moderna y rechaza el poder de la religión. Jakobe, también inconformista a su manera, como Per, es por tanto el otro personaje central de la novela, mujer, judia y rica, nos presenta en sus diálogos o cartas a Per unos pensamientos modernos, especialmente en el tema de la religión.

Muchas veces pienso si el exagerado miedo de los cristianos a la muerte, que no es sino una consecuencia de la creencia en el juicio de la otra vida, no tendrá que ver con que el cristianismo, a diferencia de otras religiones importantes, se formó entre el publo llano, es decir, entre gente sojuzgada y oprimida” (p. 349)

“La mayor acusación que se puede hacer al cristianismo es para mí, precisamente, la de que, con su esperanza en la eternidad, le quita a la vida su profunda seriedad y, con ello, su belleza. Si uno considera su vida en la tierra como un simple ensayo general para la verdadera función, pierde toda su gracia.” (pp. 349 y 350)

“¿No te parece horriblemente desalentador y humillante, desesperante incluso, que la gente esté todavía dispuestra a pelearse, a perder tiempo y gastar energías por cuestiones que son en realidad tan simples? Me pregunto cómo puede aún caber duda de que es justamente esa “herencia” que arrastramos lo que tenemos que combatir todos, tanto cristianos como judios, si no por otra razón, ya simplemente por la de ser un simple producto del azar –igual hubieramos podido heredar otra cosa, o justamente la contraria-.”. (p. 350)

Frente a Per que a menudo nos puede resultar mezquino, Jakobe nos ofrece mayor sinceridad en sus reflexiones y quizá su destino final, aunque para algunos pueda ser caprichoso, muestra también una forma de construir, hacer algo en el mundo, muy distinta a la que estaba destinada. Quizá ese hacer algo de Jakobe, contraste con el no hacer nada al que parece que finalmente se decanta Per, cerrando así la novela con dos extremos distintos del que pudiera ser un conflicto muy similar.

Per el afortunado es una obra interesante por la forma en que presenta el conflicto interior de Per y la evolución psicológica que sufre, conflicto que aunque presentado en principio como surgido de su situación de hijo de un pastor de la iglesia, es en definitiva la angustia existencialista del hombre en el surgimiento de la modernidad que de alguna forma su compatriota Kierkegaard ya había esbozado.. La novela presenta, en definitiva, el reflejo de una época y una sociedad, la danesa y en el fondo la europea de principios del pasado siglo en la que la modernidad va abriéndose paso y mostrando ya las que serán sus principales lacras a lo largo de todo el siglo XX -y que en realidad, siguen sin ser superadas-, y el conflicto del hombre que sigue debatiéndose entre sus sentimientos religiosos y el progreso humano y dónde queda en esa lucha la identidad y el destino del ser humano.

Valentín Pérez Venzalá

Valentín Pérez Venzalá (Editor). NIF: 51927088B. Avda. Pablo Neruda, 130 - info[arrobita]minobitia.com - Tél. 620 76 52 60