Revista Minotauro Digital (1997-2013)
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Marzo 2010
Título: A vueltas con el autor del Lazarillo. Con el testamento e inventario de bienes de don Diego Hurtado de Mendoza"A vueltas con el autor del Lazarillo" es el título del libro de Mercedes Agulló y Cobo que reseñamos y desde luego no puede ser un título más apropiado, porque el autor del Lazarillo es un tema recurrente que se repite año tras año. Sin embargo el libro de Mercedes Agulló se basa en aquello de cuya falta precisamente adolecen los estudios anteriores: un documento. Si otros investigadores se han basado en intuiciones más o menos convincentes, en análisis léxicos o en diferentes coincidencias entre obras; este libro parte de lo que no tenían los otros estudios, un documento en el que el Lazarillo aparece relacionado de alguna forma con el nombre de su posible progenitor. Las pruebas documentales tienen la ventaja de que como tales son innegables, pero a partir de ahí el investigador interpreta, relaciona y al final propone hipótesis basadas en ese documento, y así Mercedes Agulló, en base en este documento, sugiere discretamente y con la debida precaución, que el autor del Lazarillo pudo ser don Diego Hurtado de Mendoza.
Diego Hurtado de Mendoza ha sido uno de los primeros candidatos al honor de haber escrito una de las obras fundamentales de nuestra literatura (y cabe decir universal), El Lazarillo. Ya en 1607, es decir, prácticamente en su contemporaneidad (El Lazarillo es de 1554 y Mendoza murió en 1575) Valerio Andrés Tasandro en su catálogo de autores españoles lo señala como autor de la obra. Esta atribución tan temprana fue tenida en cuenta por posteriores autores que la repitieron y hasta el siglo XIX, en el que muchos Lazarillos se imprimieron bajo su nombre, fue sin duda una de las principales hipótesis sobre su autoría. Pero igualmente hay otra atribución temprana, dos años anterior, que considera la obra escrita por el jerónimo fray Juan de Ortega, pues se decía que se había encontrado el manuscrito en su celda. Ambas atribuciones tempranas, pero transcurrido ya medio siglo desde la publicación de la obra, lo que muestran es que no se conocía con certeza al autor, por lo que la atribución de Tasandro solo puede deberse a tomar por buena una hipótesis que ya entonces circulaba, pues también otras obras se le atribuían por la época a Mendoza, como por otra parte era frecuente que sucediera con obras y autores en los siglos de oro.
El cualquier caso el nombre de Mendoza ha seguido sonando desde entonces con argumentos a favor y en contra. A favor tiene desde luego el que el perfil del autor del Lazarillo y el de don Hurtado de Mendoza parecen coincidir, pues el autor del Lazarillo fue probablemente un humanista del XVI, y claro está que Mendoza cuadra perfectamente en ese grupo. Que el estilo de las obras de Mendoza no coincida con el Lazarillo tampoco es una objeción del todo excluyente puesto que precisamente el Lazarillo es una obra única, excepcional, completamente distinta en ese momento, y escrita como el propio autor reconoce en el prólogo, en un bajo estilo que, por tanto, no debía ser el que habitualmente usara en sus otras obras, si las tuviera. Por tanto Hurtado de Mendoza es tan buen candidato como cualquier otro, pero con la ventaja de haber sido considerado prácticamente por sus contemporáneos como autor de la obra. En cualquier caso no hay nada que nos permita señalarle sin lugar a dudas, salvo que...
Salvo que un documento acredite su autoría. Y ahí es donde el libro de Mercedes Agulló aporta una baza importante en esta cuestión. Porque Agulló nos ofrece un documento que podría acreditar la relación entre Hurtado de Mendoza y el pregonero toledano. Aunque, por desgracia, no es tan sencillo.
Lo que ha encontrado la autora es un inventario en el que consta la siguiente entrada: "Un legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y Propaladia". El inventario en cuestión lo es de los bienes de Juan de Velasco, el cual tenía, por tanto, un conjunto de papeles con correcciones hechas para imprimir el Lazarillo y la Propaladia. Aunque alguien haya podido, leyendo la noticia sobre este libro que reseñamos, creer que lo que se ha encontrado es un manuscrito del Lazarillo, desgraciadamente lo que se ha encontrado es solo el listado de los bienes de Velasco, y no los bienes mismos. Que tal legajo obrara en poder de López de Velasco tampoco aporta nada nuevo, en realidad, pues la primera pregunta que muchos se han podido hacer es ¿que tiene que ver la Propaladia con el Lazarillo? Pues precisamente el nexo de unión es el propio López de Velasco que es el responsable de la edición del Lazarillo castigado (castigado, es decir, "corregido" en el sentido de enmendar lo errado, o lo que la Inquisición consideraba errado) de 1573 que iba acompañada precisamente por la Propaladia, también castigada, pues desde su publicación en Italia en 1517 la obra de Torres Naharro (quien por cierto también ha sido propuesto otras veces como autor del Lazarillo) también había sido censurada por la Inquisición. Por tanto dicho legajo "para la impresión de Lazarillo y Propaladia" parece evidente que perteneció a Velasco y es el que realizara precisamente para la impresión de 1573.
¿Qué tiene que ver entonces Hurtado de Mendoza? Pues bien, siguiendo los datos que aporta Agulló, Velasco poseía algunos documentos y manuscritos de Hurtado de Mendoza, a cuyo servicio habría trabajado durante 14 ó 15 años según él mismo indica. Cuando muere Velasco, algunos de sus bienes pasan a poder de Juan de Valdés como uno de sus tres testamentarios, y es a la muerte de Valdés en 1599 cuando al hacer el inventario de sus bienes, se hace constar que obraban en su poder bienes de Velasco, entre los cuales se encontraría el legajo en cuestión. Y precisamente, en la caja en la que se encontraría el legajo de Velasco, habría también otros papeles pertenecientes a Hurtado de Mendoza, entre ellos un manuscrito de las Guerras de Granada, que obraban en poder de Velasco. La hipótesis de Agulló es por tanto que el que dicho legajo -que no olvidemos, es sin duda el que preparó Velasco para la impresión del Lazarillo y la Propaladia en 1573- fue colocado junto a obras de Hurtado de Mendoza por considerar que el manuscrito que quizá le sirvió a Velasco de base a la edición de 1573 pertenecía a Mendoza: "¿Corrigió López de Valasco el Lazarillo", se pregunta Agulló, "utilizando el manuscrito o papeles de don Diego, a quien tal vez le fueron confiscados en 1573 al ser denunciado a la Inquisición, y posteriormente los unió precisamente al resto de los originales de don Diego por reconocerlo como obra suya de obligada devolución?, p. 44.
Cabe hacer varias objeciones a esa hipótesis. La primera es por qué entonces colocó también las correcciones hechas a la Propaladia. Por otra parte en la caja número 6 en la que se encontraba el legajo había documentos pertenecientes a Mendoza, que Velasco guardaba, pero no todos parecen pertenecer necesariamente a Mendoza, por lo que no hay por qué suponer que Velasco considerase alguna relación entre el legajo y Mendoza para guardarlo ahí. En la caja número 6 nos indica Agulló que se encontraba también "otro legajo de a quartilla de papeles del negociado de Carmona, que pertenecen a la hacienda, un legajo de papeles de Indias [Velasco fue auxiliar de Juan de Ovando en el Consejo de Indias], unos cuadernos de San Martín de Valdeiglesias y otro cartapacio pequeño".
Por otra parte, incluso en el extremo de que un manuscrito del Lazarillo, que Velasco, usara para su edición, hubiera pertenecido a Mendoza, como otras obras que Velasco tenía prestadas de otras personas, tampoco acreditaría su autoría, pues tener copias manuscritas de otras obras era habitual, y en el propio testamento de Velasco se hace referencia a copias manuscritas que ha mandado hacer de "La rebelión de los moriscos", una de las cuales pide que se entregue doña Catalina Zubiaurri. Dado que el Lazarillo fue prohibido en 1559, quizá a demás de las copias impresas fuera de España, debieron circular versiones manuscritas de la obra que obrarían en posesión de diferentes lectores, que también las prestarían a otros, pues esta era una forma habitual de circulación de muchas obras a pesar de el uso de la imprenta, y más tratándose de obras prohibidas. Y recordemos que precisamente Felipe II acusaba a Mendoza de poseer libros prohibidos (aunque no de escribirlos, claro) . Por otra parte el legajo en cuestión son "las correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y Propaladia", es decir que todo apuntaría a que se trataría de un manuscrito del propio Velasco con "su" versión del Lazarillo, que por otra parte no difería mucho de la de 1554, y no de un manuscrito distinto sobre el que hubiera hecho correcciones, y que encima pensara devolver.
También cabe objetar que la clasificación de los bienes pudiera no ser obra de Velasco, sino de Valdés, pues es a su muerte cuando se hace el inventario y se listan bienes que pertenecían a Velasco y obraban en poder de Valdés por ser uno de sus testamentarios. ¿La distribución de los documentos en las cajas y serones fue obra de Velasco o de Valdés? Precisamente Agulló nos indica que "se dice que el inventario de sus libros fue tarea personal del abogado [Juan de Valdés], que los relacionó en 17 hojas de su letra, así como la cuidadosa conservación de los papeles del cosmógrafo [Juan de Velasco] que se guardaban en cajones y serones" (p. 42) por consiguiente pudiera ser que la clasificación fuera obra de Valdés y no de Velasco. En ese caso, el que Valdés incluyera el legajo de las correcciones del Lazarillo junto con el manuscrito de Las guerras de Granada, obra esta sí de Mendoza, quizá tenga más que ver con que considerara ambas obras literarias frente a otros documentos que no lo eran, y no con que considerara que tuvieran alguna relación de autoría que no parece en absoluto pudiera ser clara para Valdés. y en cualquier caso el que alguien, sea Velasco o Valdés, consideraran a Hurtado como autor del Lazarillo, no tendría mucha más relevancia que el hecho de que alguien hubiera dicho que encontró el manuscrito del Lazarillo en la celda de Fray Ortega.
Por otra parte, el libro de Mercedes Agullo, está constituido en su mayor parte por el el testamento e inventario de los bienes de Hurtado de Mendoza, por lo que en lo que atañe directamente al Lazarillo o a la hipótesis sobre su autoría, el libro se reduce a sus primeras 50 páginas en las que se nos da noticia del inventario de los bienes de Velasco que obraban en poder de Valdés, y de las personas de Juan de Valdés, Velasco y el propio Hurtado de Mendoza.
En conclusión, aunque el documento encontrado pudiera relacionar - bajo esta hipótesis de Agulló- de alguna forma el Lazarillo con uno de los eternos candidatos a su autoría, Hurtado de Mendoza, la relación no parece en absoluto contundente ni mucho menos definitiva, pero sí sugerente, y desde luego supone un cierto apuntalamiento a esta teoría, que gracias a este reciente paso, puede recibir nuevas investigaciones que se adentren en esta posibilidad y nos traigan más datos, alguno de los cuales podamos por fin tomar como definitivo, sea a favor o en contra. También es una acicate para investigar sobre las circunstancias en las que se realizó la edición del Lazarillo castigado de 1573 ya que a raíz de la investigación de Mercedes Agulló no es descartable que pueda aportarnos también nuevos datos sobre el Lazarillo de 1554.
En cualquier caso, el libro aporta información importante a tener en cuenta por quienes nos interesamos por el pregonero toledano y su larga descendencia de pícaros seguidores y de plausibles autores, porque de alguna u otra forma Hurtado de Mendoza volverá a postularse nuevamente y con más fuerza como candidato a la autoría del Lazarillo, como lo fue ya en siglos pasados. Pero antes las dudas que surgen con los datos aportados por Agulló conviene ser cauto. De momento, me temo que el Lazarillo sigue siendo anónimo, como seguramente su propio autor quiso.