“Tal vez lo óptimo sería preguntarse qué busca el lector cuando se acerca a un libro de poesía. Y la respuesta está implicita en la pregunta. El lector se busca a sí mismo, busca su identificación, o mejor, el reconocimiento de ese yo recóndito que nos habita y al que todos debemos lo que sentimos, lo que soñamos; ese pájaro que revolotea por nuestros despertares, el pajaro del sueño que nos recuerda, incesante, quiénes somos”.
ELVIRA CALVO es profesora de Lengua Castellana y Literatura. Como investigadora se ha interesado por la literatura
infantil así como por las revistas poéticas de la II República, temas de los que ha publicado diferentes trabajos.
Coordinadora literaria de Minotauro Digital y Cuadernos del Minotauro, participa habitualmente en recitales
poéticos y en la actualidad colabora todos los lunes en el “Rincón poético” del programa “La tarde es nuestra” de
Rosa Quintana en Radio Cope Madrid 2.
Título: Pájaro del sueño Autora: Elvira Calvo Cabañas Edita: Minotauro Digital Distribuye:Breogan Páginas: 68 pág. Precio: 10 Euros Gastos de Envio: España (Gratis). Europa (+2 Euros). Resto del Mundo (+3 Euros).
¿Dónde se aloja el ímpetu
en esta mañana que perfila al aire?
¿En dónde el ánimo de la triste mirada,
el paso desolado que te huye y lo persigue
con la esperanza de descubrirte
en una arista de luz iluminada?
La claridad está en tus ojos.
Está en la brisa del mar que te engaña,
embusteras tempestades de calma mortecina.
Allá en la noche habita el recuerdo,
el lugar asaltado de cantos despertinos,
el color apagado de las últimas cerezas
y el maullar blanco de algún beso sin fondo.
¡Cómo te odio, amor, en esa actitud de lago que te rebate!
Desde el polvo de los caminos que cegó tu noche
canta al cautiverio su ramaje hundido.
Siempre se hace tarde, amor. Si musita el miedo,
la mansedumbre del desencanto
duele al otro lado de la montaña.
En la noche la arena dibuja su simetría hueca,
estremecida al trazar el desorden
su fingida sonrisa, azulada.
En ese instante en el que el mundo
Es un centímetro de piel hecho nudo en el tiempo.
¡Cómo me duele, amor, el otro lado de la montaña!
En esa eternidad pasajera
En que estás más sólo que el deseo negado
Más páramo, más impuro y más ausente.
La noche en mi ceguera, amor, te está mirando.
¿ Cómo fue la lentitud de la caída?
¿ Cuándo sucedió, blanca y pausada,
sin retorno, sin permiso de condena,
arrastrado el pie del insomnio a la mar,
las alas de la letanía en la noche?
Pasó, claridad. Sobre la luz y el cielo
En el camino polvoriendo sin huella
mas que cuando ya es imagen del recuerdo
desde el tiempo sucedido, acabado,
lejana a la impavidez de los nombres.
Bajo la permeable oscuridad del campo
Qué podían ver los ojos,
Qué resplandor haría verbo,
Qué lengua, claridad, dibuja tu nombre.