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José Jorge Oramas, realista mágico en el Reina Sofía
Por Joan Lluís Montané
Febrero 2002
Primera retrospectiva que se realiza en la península de la obra del realista mágico canario por excelencia José Jorge Oramas (Las Palmas de Gran Canaria, 1911-1935). José Jorge Oramas, artista prematuramente desaparecido en plena juventud –murió de tuberculosis a los 24 años-, se formó a partir de 1929 en la escuela de Luján Pérez en Las Palmas de Gran Canaria, centro en el que se empleó como manual el libro titulado
Realismo Mágico de Franz Roh en el que se inspira. El artista canario aplicó los principios del realismo mágico, de la profundización en la
primigeneitud de lo existente a su mirada de todo cuanto le rodea. Esencialmente capta la vida cotidiana, los paisajes, vegetación y personajes que configuran la realidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Fue condiscípulo de Plácido Fleitas, Juan Ismael, Juan Jaén, Felo Monzón y Santiago Santana.
En la exposición de José Jorge Oramas del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se han reunido como algo excepcional –por su dificultad en aglutinar su obra- 29 lienzos efectuados en el transcurso de sus últimos años de su vida: entre 1932 y 1935 -año en que murió-.
De toda la colección presente en el MNCARS hay cuatro lienzos significativos que definen su personalidad artística que son:
Retrato de muchacha,
Lavanderas,
El Toril y
Camino viejo de Marzagán.
La inocencia compleja
En la creación titulada
Retrato de muchacha José Jorge Oramas capta la pureza de la inocencia de la mirada de la muchacha que se incardina con las calles y las casas y se estructura en armonía con el paisaje exterior circundante que rodea la localidad en la que se encuentra.
Hay dos formas de mirar del creador canario que confluyen en un mismo análisis que son: la mirada al interior del personaje y la mirada al paisaje. Cerca y lejos, interior y exterior, fundiéndose en una misma dinámica sensorial. Es como si el artista penetrara al interior de la mente y del espíritu de la muchacha y que, a su vez, ésta formara parte del espíritu del lugar. De esta forma elimina las distorsiones, a pesar de que hay dos tipos de energías procedentes de un ente biológico que expresa vigor contenido como es el caso de la muchacha y la estructuración geométrica que configura el decorado que enmarca su acción: casas, calles, palmera y paisaje.
Cotidianeidad como acto sublime
La obra titulada
Lavanderas, realizada en óleo sobre lienzo, muestra su concepto de la cotidianeidad como acto trascendente, en el sentido de que todo acto sencillo, como es, por ejemplo, el de lavar la ropa, está arropado por un aura que supera los límites de la descripción del propio acto en si mismo. Obsérvese en su pintura que todo tiene su sentido, pero dentro de una necesidad de concepto, eliminando detalles y resolviendo la composición a nivel geométrico para aumentar la impresión mágico-trascendente.
La exposición, organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, comisariada por su director Juan Manuel Bonet y coordinada por Marta González Orbegozo, que puede verse del 16 de enero al 14 de abril de 2003, constituye un aporte interesante dentro del realismo mágico, basado en la cotidianeidad, desvinculando a la obra de referencias simbolistas, porque la carga central de la misma reside en la forma de pintar del artista, quien no precisa de elementos icónicos para apuntalar su idearios.
La geometría de los espacios
Aborda los paisajes urbanos de los barrios populares de Las Palmas y el propio núcleo central de la isla con la serenidad de la geometría espacial que tanto caracteriza su obra pictórica. Refleja primeros planos, medios y de fondo con precisión; pero, a la par, con naturalidad, serena actitud que confluye y se enmarca en potenciar la divisibilidad para expresar la virtuosidad de la técnica. Todo ello sin que aparezca la frialdad ambiental, sino, todo lo contrario, porque a esta geometrización siempre le acompaña la luminosidad cálida del color.
Naturaleza y composición
Su visión de la naturaleza es clara, pero siempre delimitada por lo urbano, compaginándose mutuamente, sin que predomine. No es que sea una interpretación domesticada de la misma, sino más bien la utiliza para encontrar puntos de contacto en un diálogo fructífero. Hay una circunstancia que influye notablemente en esta visión y, es que, como estuvo recluido durante una larga estancia en un sanatorio antituberculoso, hasta que ocurrió su traspaso, pintaba sus obras motivándose a través del paisaje que contemplaba por la ventana. Esta visión explica su seccionamiento de la temática y la estructuración concebida dentro de un diálogo entre vegetación y zona urbana.
La exposición, que pueden contemplar aún en la ciudad del oso y el madroño, seguirá su itinerancia en el Centro Atlántico de Arte Moderno, del 24 de junio al 31 de agosto de 2003.
Joan Lluís Montané de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.